Y, para averiguarlo, apúntate este súper truco Gallina Blanca: coge un cuchillo bien afilado y, cuando saques el costillar del horno, separa la carne de una costilla de su hueso con un corte. Si te resulta sencillo y se despega fácilmente es que está bien hecha. De lo contrario, si te cuesta, déjala en el horno un poco más, que se acabe de cocinar bien. Será solo cuestión de minutos que tu carne quede perfecta.
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