Albóndigas en salsa con un toque de especias

Comienza pelando las zanahorias y cortándolas en rodajas finas. Una vez que tengas las zanahorias listas, ponlas a cocer en agua hirviendo. Esta cocción no solo suaviza las zanahorias, sino que también permite que se concentre su sabor, que luego será un excelente complemento para nuestra salsa para albóndigas con tomate. Después de unos minutos, retira las zanahorias y guarda el agua de cocción, ya que la utilizaremos más adelante para ajustar la textura de la salsa.

Ahora viene la parte divertida: preparar las albóndigas. Toma la carne picada que has preparado previamente y forma bolitas con ella. Es importante mantener un tamaño uniforme para que se cocinen de manera pareja. Luego, pasa cada bolita por harina, lo que ayudará a que se doren adecuadamente al freírlas. Calienta un poco de aceite en una sartén y añade las albóndigas. Fríelas solo hasta que obtengan un color dorado por fuera, ya que terminarán de cocinarse en la albóndiga salsa, reservándolas luego en una cacerola.

En la misma sartén donde freíste las albóndigas, aprovecha los sabores residuales y añade un poco más de aceite si es necesario. Comienza a sofreír el pimiento rojo cortado en trozos; cuando empiece a ablandarse, incorpora la cebolla picada y cocina hasta que se vuelva transparente. A continuación, añade las zanahorias cocidas que reservaste, así como el tomate en trozos pequeños. Rehoga esta mezcla durante 2-3 minutos antes de agregar un chorrito de vino tinto y una mezcla de hierbas provenzales. Esta preparación será la base de tu deliciosa salsa para albóndigas con tomate.

Una vez que el sofrito esté bien mezclado y fragante, es hora de convertirlo en una salsa para albóndigas. Vierte esta mezcla en una batidora y, utilizando el agua de la cocción de las zanahorias, procesa la mezcla hasta que obtengas una textura adecuada. Aquí es donde controlarás la consistencia: añade el agua poco a poco mientras bates, buscando que no quede ni demasiado líquida ni muy espesa. Cuando obtengas la textura deseada, añade sal al gusto y vierte la salsa sobre las albóndigas en la cacerola, asegurándote de cubrirlas bien.

Con las albóndigas ya cubiertas con la salsa, añade una lata de guisantes a la cacerola. Esto no solo aportará un toque de color al plato, sino también un contraste delicioso en sabor y textura. Lleva todo a fuego lento, permitiendo que las albóndigas se cocinen en la salsa durante unos 10 minutos. Este paso es crucial, ya que ayuda a que las albóndigas absorban los sabores de la albóndiga salsa, haciendo que se integren perfectamente en cada bocado.

Una vez que las albóndigas han cocido y se ha reducido un poco la salsa, es momento de servir. Este platillo es versátil y puede acompañarse de diversas maneras, siendo el puré de patatas casero o las patatas fritas en cuadritos dos opciones que maridan excepcionalmente bien. Estas guarniciones complementan la textura y los sabores de las albóndigas y la salsa, convirtiendo tu plato en una experiencia completa y deliciosa.

Finalmente, coloca las albóndigas en salsa en un plato hondo y vierte un poco de salsa por encima. Para añadir un toque final, puedes espolvorear un poco de perejil fresco picado, lo que no solo realzará el sabor, sino también la presentación. Ahora, solo queda disfrutar de este exquisito platillo, que seguro se convertirá en un favorito en tu mesa. ¡Buen provecho! No olvides disfrutar de cada bocado de esta deliciosa combinación de sabores!